El romero – erromeroa (Rosmarinus officinalis) es un subarbusto aromático de medio metro – un metro de altura perenne, frondoso y muy ramificado. Las hojas son opuestas, coriáceas y estrechamente lineares. Las flores se agrupan en inflorescencias densas, que se encuentran en las axilas de las hojas; son azuladas, rosas o blancas con manchas violáceas y presentan dos labios bien marcados «flores labiadas», pertenece a la familia de las labiadas (Labiateae). El fruto es una tetraquenio de color pardo. Este arbusto, propio de zonas secas y áridas, es originario de la zona mediterránea, donde también se cultiva.

Los usos medicinales y culinarios del romero se remontan varios siglos atrás, se asegura que los faraones egipcios hacían poner sobre su tumba un ramillete de romero para perfumar su viaje al país de los muertos. Los griegos y romanos lo consideraban símbolo de la regeneración, los árabes lo suponían capaz de repeler las plagas, fue el componente principal de uno de los primeros perfumes de la historia – la famosa agua de la reina de Hungría y también se quemaba en los hospitales franceses para combatir las epidemias. La fuerza aromática del romero no pasa desapercibida para nadie, toda la planta desprende un fuerte y especiado aroma ligeramente alcanforado. Su sabor es áspero y algo picante.

Los principios activos del romero se encuentran concentrados en las hojas y el aceite esencial obtenido por destilación al vapor de la sumidad florida, cuya composición puede variar de forma notable según el quimiotipo de que se trate, así como según la etapa de desarrollo de la planta. Las hojas de romero contienen entre un 1,0-2,5% de aceite esencial que está constituido por monoterpenos ( 1,8-cineol, borneol, verbenona…) y sesquiterpenos (beta cariofileno). Las hojas de romero contienen principios amargos, constituidos por diterpenos y triterpenos, flavonoides y polifenoles (ácido rosmarínico, ácido clorogénico, ácido cafeico y ácidos fenólicos derivados del ácido cinámico).
El aceite esencial del romero tiene propiedades rubefacientes y cicatrizantes, además de antisépticas y balsámicas. Los extractos de romero son ingredientes habituales de linimentos, pomadas o geles por su efecto analgésico local para aliviar dolores musculares y articulares, así como de preparados inhalatorios (vahos) para afecciones respiratorias. La esencia sola se utiliza también para preparar el alcohol de romero, con el que se realizan fricciones en zonas doloridas. En medicina popular se aplica la decocción de la planta en compresas para la cicatrización de heridas y tratamiento de eccemas. Tradicionalmente el romero es considerado como un tónico general que favorece la circulación sanguínea, por lo que se ha empleado en casos de hipotensión, estrés y depresión. Muy empleado en la fabricación de jabones, desodorantes, cosméticos, perfumes, y champús como tónico capilar.
El romero es carminativo, digestivo y antiespasmódico (estimula la producción de los jugos gastrointestinales y relaja la musculatura, aliviando los espasmos) y tiene propiedades coleréticas, colagogas (relajar las cardias) y hepatoprotectoras. Suele formar forme parte de preparados digestivos o destinados a combatir afecciones hepatobiliares.
Numerosos estudios han comprobado la actividad antiinflamatoria (ácido rosmarínico) y antioxidante ( diterpenos- rosmanol) de los extractos de romero. Su uso podría ser útil en el tratamiento o la prevención de diversas afecciones inflamatorias y como protector frente al envejecimiento debido al estrés oxidativo.
Como precauciones mencionar que los preparados de romero no deben utilizarse por vía oral en casos de obstrucción de vías biliares y que los baños están contraindicados en pacientes con heridas abiertas y amplias lesiones cutáneas.