El acebo (Ilex aquifolium) es un arbusto perenne, siempre verde, de entre 1 – 5 metros de altura, con hojas duras, espinosas y de color verde oscuro. Las flores son pequeñas y se agrupan en racimos de color blanco o rosado que florecen entre abril a junio. Los frutos de color rojo intenso, forma redonda y brillante son tan atractivos como venenosos, persisten durante todo el invierno.
Lo encontraremos en bosques frondosos como hayedos y castañares, aunque también es cultivado y plantado con fines ornamentales. El acebo es una especie protegida, en peligro de extinción en muchos lugares, se debe evitar su tala especialmente en época navideña.
El acebo puede llegar a ser muy longevo, se dice que poblaba la tierra desde antes de las glaciaciones, con registros de haber alcanzado hasta 500 años de edad, aunque en la mayoría de los casos sólo suele llegar a edades de unos 100 años. Además de ser un claro protagonista de las fiestas navideñas, es una planta de gran simbolismo, considerado mágico y muy respetado por los Romanos, pasando por los celtas, como símbolo de fortaleza y fertilidad. Según las tradiciones paganas las coronas fabricadas a base de ramas de acebo servían para protegerse de los espíritus malignos. Con la llegada del cristianismo, el acebo fue capaz de conservar su simbolismo y poco a poco ocuparía también un lugar en los festejos de tipo religioso. Los frutos rojos pasaron a ser considerados una representación de la sangre de Cristo, mientras que las hojas puntiagudas se identificaron con la corona de espinas. Por eso en algunas zonas, el acebo es también conocido con el nombre de ‘Espina de Cristo’. 
Del acebo las partes que resultan de interés medicinal son las hojas preparadas en infusión. Es especialmente interesante por su contenido en teobromina (una sustancia con efectos similares a la cafeína), ilicina (principio amargo), ilixantina, menisdaurina (glucósido cianogénico) además de rutósidos, taninos y sales minerales.
En medicina popular
se ha utilizado como tónico y estimulante por su similitud, hablando de efectos, con el café, como depurativo y diurético y también como sudorífico y febrífugo para bajar la fiebre. Se debe consumir en cantidades pequeñas en decocciones e infusiones (se toma una cucharada de hojas secas y se ponen a hervir en una taza de agua) y en polvo (las hojas recolectadas son puestas a secar y se pulverizan). Pueden hornearse las hojas de acebo en el horno y después pasarlas por un molinillo de café.
Su uso no ha sido evaluado por la Comisión E. En general, es poco usado como planta medicinal, pues requiere una dosificación precisa y aún así, suele ser mal tolerado a nivel estomacal.
A pesar de servir de alimento para muchas aves como los urogallos o los mirlos, sobre todo durante la estación invernal, los frutos del acebo son venenosos. Existen quienes los recolectan como purgantes de gran efecto, sin embargo, la dosis puede resultar tóxica y provocar efectos indeseables como vómitos, dolores estomacales, diarreas e incluso convulsiones. En niños pequeños hay que tener especial cuidado, la ingestión de sus atractivas bayas puede llegar a ser mortal.