Siguiendo con la serie de plantas invernales, hoy conoceremos mejor al muérdago, visco – bigura, migura (Viscum álbum). Una planta cargada de simbolismo, impregnada de tradiciones, protagonista permanente de nuestras fiestas navideñas. A pesar de ser una planta perenne, es en invierno cuando es más visible, ya que los árboles sobre los que se asienta pierden sus hojas dejándolo al descubierto. El muérdago es una planta hemiparasita, es decir necesita un hospedador sobre el que crecer y absorber agua y minerales, pero sin embargo realiza la fotosíntesis por si mismo. Para que una semilla germine es necesario que pasen por el tracto digestivo de un pájaro, que se alimentan de sus frutos y luego lo extienden a otros árboles por sus excrementos. La raíz del muérdago se introduce en la corteza del árbol para llegar hasta los vasos conductores del árbol.

El muérdago era una de las plantas más sagradas para los druidas galos, sobre todo si crecía sobre el roble, el árbol que santificaba el bosque. Cuando esto ocurría lo consideraban como enviado del cielo y al árbol como elegido de los dioses, se cortaban ramas del muérdago y hojas del árbol y se utilizaban en las ceremonias. Los druidas le atribuían un gran poder por el hecho de ser una planta aérea que vive sobre otros árboles sin tocar el suelo. Para los celtas era un símbolo de los dioses que viven en el cielo. Cuenta la leyenda que la tradición del beso navideño bajo el muérdago proviene de la mitología escandinava. El muérdago se asociaba a Freya, diosa del amor, quien tenía dos hijos, Balder y Loki. Este último causó la muerte del primero. Freya lloró desconsoladamente y sus lágrimas en contacto con el muérdago le devolvieron la vida a Balder. Como agradecimiento la diosa decidió recompensar con un beso a los que pasaran por debajo del muérdago, asegurándoles protección eterna en la vida amorosa; tradición navideña que ha llegado hasta nuestros días. En la Edad Media se usaba su aceite como repelente para lobos.

Esta planta fue considerada durante mucho tiempo por los antiguos como un remedio universal. Tradicionalmente el té de muérdago y las bayas elaboradas en té han sido usadas como diurética e hipotensora, aunque a altas dosis es tóxica. Las bayas blancas del muérdago son altamente tóxicas por su contenido en viscotoxina, aunque también lo son su tronco y hojas ya que contienen estimulantes, originando a las dos horas después de su ingestión dolores abdominales con diarrea y vómitos, que puede llevar a un cuadro de choque. Se debe terne especial cuidado con niños y nascotas, y especialmente en los periodos navideños en los que se acostumbra a usar como adorno.
El muérdago tiene propiedades diferentes según el árbol que parasite y precisamente fue esta peculiaridad ser una planta que coloniza un árbol y vive de él hasta que muere la que llamó la atención de Rudolf Steiner que fue el primero en empezar a utilizarlo como tratamiento para el cáncer. La terapia del muérdago se suministra a través de ampollas inyectables subcutáneas. Se emplea en medicina complementaria (oncología integrativa) para combatir los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia porque tiene grandes beneficios para los pacientes (devuelve el apetito, regula el sueño, tonifica el metabolismo, estimula el sistema inmunitario). Desde el punto de vista farmacológico, se han realizado ensayos en los que entre otros componentes se han encontrado polipeptidos, mucilagos, flavonoides y lectinas como la viscumina y viscotoxina que estimulan la producción de citoquinas inmunoestimulantes e inhiben la colonización tumoral; sin embargo, aunque numerosos ensayos hablan ya de sus propiedades aún queda mucho por investigar. A día de hoy, se utiliza la sumidad (Visci herba) de Viscum album L., que incluye flor, fruto o ambos. Los principios activos más importantes son:
– Lectinas (ML-1, ML-2, ML-3). Los extractos de muérdago poseen actividad inmunomoduladora y citotóxica.
Las lectinas estimulan los linfocitos T, la fagocitosis en diferentes poblaciones celulares y la liberación de citoquinas. Se utilizan, principalmente, preparados elaborados a partir de extractos acuosos purificados estandarizados o de lectinas purificadas. Los principios activos del muérdago son termosensibles por lo que se deben emplear preferiblemente formas galénicas estabilizadas. Los preparados de muérdago se emplean por vía subcutánea, intramuscular o intravenosa como coadyuvantes en el tratamiento de enfermedades tumorales y en la profilaxis de metástasis. Los tratamientos con extractos de muérdago por vía parenteral en general son bien tolerados. Con frecuencia pueden aparecer reacciones localizadas transitorias en el punto de inyección.
No se debe administrar en casos de hipersensibilidad o alergia al muérdago, a cualquiera de sus constituyentes o a plantas de la familia de las Viscáceas o Lorantáceas. Además los preparados de muérdago pueden interaccionar con inhibidores de la monoaminooxidasa, antidiabéticos, antihipertensores, agentes colinérgicos, sedantes e inmunosupresores, entre otros.