Refiriéndonos al Perfume en sus inicios sólo se vendía el contenido, la fragancia en sí misma era el argumento final en el momento de la compra en la tienda.

La etiqueta y el frasco eran acompañantes obligados pero no daban ningún tipo de juego a parte de su papel identificativo y de contenido.

Los recipientes tenían formas muy normales y las etiquetas a modo de medicamento detallaban su uso.

Ya a finales del siglo XIX la perfumería alcanza el gran público coincidiendo con los inicios de la propaganda.

Los perfumes de un solo aroma dan paso a composiciones mas sofisticadas, comienzan a diferenciarse perfumes para distintos tipos de mujeres y distintos momentos del día.

 

Comienza a buscarse una resonancia y una coherencia entre el nombre, el frasco y perfume en sí mismo.

Se evolucionan hacia fantasías más evocadoras. De la mano de Guerlain nace el marketing en el mundo perfumistico. Ya para los años 10 del siglo XX el nombre del perfume y la forma del frasco tejía un mismo universo imaginario.

A partir de aquí se alternaran periodos más vanguardistas con otros más clasicistas como el siempre recordado Chanel nº5 en el que los aldehídos se sirven de una gran sobriedad para perdurar muchos años e introducir la moda de las fragancia número o cifra.