Al hablar de la perfumería hablamos de un arte y por lo tanto de diferentes estilos. Podemos diferenciar ya en último siglo tres planteamientos bien distintos en lo que a la estructura de los perfumes se refiere y podemos asociarlos a tres perfumes verdaderamente icónicos.

El primer planteamiento vendría representado por Shalimar. Uno de mis perfumes favoritos, atemporal cuando menos. Creado por la casa Guerlain a comienzos del siglo XX guarda esa esencia tradicional de los perfumes del pasado. Se basa en una combinación de materiales “frescos” como la bergamota y el limón con otros aceites esenciales como base de la composición apoyados en fijadores balsámicos y animales. A este esquema se añadían poco a poco nuevos materiales recién descubiertos o derivados de otros como la vainilla, la cumarina el hidroxicitronelal, el acetato de veriverilo, la metil-ionona y nuevos acordes florales.

Posteriormente el desarrollo de la química con nuevos materiales sintéticos, aldehídos alifáticos y nuevas notas florales da alas a la inspiración a la búsqueda de nuevos tipos de aromas. Las materias naturales se siguen empleando pero sólo como modificadoras y enriquecedoras de las fórmulas. Se permite trabajar con materiales de muy distintas volatilidades. Aquí destaca la técnica perfumística de Jean Carles donde hablamos de una estructura formulada entorno a una nota básica poco volátil, una nota media o modificadora y una nota alta de volatilidad máxima. L´air du temps sería el claro exponente de esta tendencia.
Finalmente, para los últimos años 20 del siglo pasado se abre paso una nueva generación de perfumes (muy asocia al trabajo de Sophia Crosjman) de estructura radicalmente distinta. Trésor seria el mejor ejemplo de esta nueva línea de creación que apuesta por la combinación de pocos materiales, 4-5, en un sólo acorde que representa el 80% de la
fórmula. Algunos dicen que pueden carecer de cierta calidad estética pero se logra mantener el aroma sin cambios más tiempo. Hoy en día encontramos creaciones de todo tipo. Los grandes clásicos como Chanel número 5 o Shalimar siguen teniendo muchísimos adeptos y las nuevas y más innovadoras formulaciones también. Siempre que algo esté bien hecho y logre un perfecto equilibrio entre simplicidad y complejidad respetando una personalidad propia encontrará un público.