El ciprés – gau-arbola, Nekosta – Cupressus sempervirens es un árbol mediterráneo que puede alcanzar hasta 30 metros de altura. Su tronco es estrecho y su copa compacta y alargada en forma cónica. Las hojas son perennes, de color verde grisáceo y en forma de escamas. Las flores hembras nada vistosas y agrupadas en amentos, dan lugar a frutos llamados nueces de ciprés de color pardo o grisáceo. El amaderado aroma del ciprés es inconfundible, recuerda al de otras coníferas como el enebro o el pino y hace buena mezcla con ellos, su aceite esencial es muy empleado en perfumería masculina y aromaterapia.
Su nombre científico, Cupressus sempervirens, hace referencia a la isla de Chipre, de donde procede la especie, así como al concepto «siempre vigoroso», ya que puede llegar a ser muy longevo sin recibir apenas cuidados. Por este motivo se ha utilizado bastante para reforestación.
En Europa es un árbol de potente significado, es símbolo de duelo, pero también de inmortalidad, por la persistencia de su denso follaje, y de resurrección, por su capacidad para rebrotar tras las heladas invernales. El ciprés es habitual encontrarlo en los cementerios, plantado en hileras haciendo de cortavientos. Su forma alargada indica el camino hacia el cielo, sus raíces crecen hacia abajo, sin dañar las tumbas. La mitología griega cuenta que Cipariso mató por error a un ciervo, y fue tal su pena que pidió a Apolo que le permitiera llorarlo eternamente. El dios convirtió a Cipariso en un ciprés, pasando a ser este árbol una figura de duelo hacia los seres queridos. Por otra parte, los romanos usaban el ciprés como símbolo de hospitalidad.

La parte utilizada con fines medicinales son los gálbulos maduros y en menor medida, los brotes tiernos y las hojas. Contienen un aceite esencial con cedrol, canfeno y alfa-pineno, así como flavonoides y taninos. A los gálbulos se les atribuye acción venotónica por lo que se emplean en venopatías. En infusión el ciprés combinado con castaño de indias, hamamelis, rusco o ginkgo es un remedio excelente para mejorar la circulación y las varices inflamadas. En uso tópico los gálbulos se utilizan para curar heridas, úlceras varicosas, herpes y verrugas, por su acción antiviral y antiséptica y el aceite esencial mezclado con aceites vegetales se aplica en masaje suave como antinflamatorio y antirreumático sobre las áreas afectadas o bien en baños locales para dolores osteoarticulares y como vasoconstrictor ideal para tratar hemorroides, varices, celulitis y cuperosis.