La betónica – sugeri – Stachys officinalis – es una planta esbelta de entre 20 – 70 cm de altura con hojas basales, unidas a la cepa por largos peciolos y con el limbo alargado, de márgenes dentados y truncado en su base. Las hojas superiores son más pequeñas, sin peciolo. Las flores se agrupan en una espiga densa, y son de color rosa vivo o a veces rosa pálido, casi blanco. Florece en primavera y verano. Es natural de Europa donde crece en bosques, pastos y prados algo húmedos. En la Edad Media se plantaba en iglesias y monasterios y se colgaba del cuello por la creencia de que protegía de los malos espíritus.

En las sumidades floridas y hojas encontramos abundantes taninos, betaína, lactonas como la estaquidrina y ácidos fenólicos (clorogénico, cafeico, rosmarínico).
Tradicionalmente se ha empleado como hipotensor y sedante ligero, se recomienda para ayudar a controlar la tensión arterial, y combinada con otras plantas, puede aliviar algunos dolores de cabeza y la migraña.
La betónica en infusión es una aliada ideal en gastroenteritis y episodios de espasmos gastrointestinales influidos en parte por estados nerviosos o estrés. Asimismo, es considerada emenagoga e indicada para tratar dolores menstruales con espasmos, en dismenorreas y amenorreas. Su contenido en taninos hace que pueda producir molestias gastrountestinales, por lo que no se recomienda en casos de gastritis o úlceras.
Tópicamente por su acción astringente y cicatrizante se ha empleado para lavar y curar heridas.