La Rubia peregrina es una planta trepadora vivaz, que no forma tallos leñosos, alcanzando una altura entre los 30 cm y los 2 metros. Sus tallos son cuadrangulares provistos de aguijones y sus hojas son coriáceas, persistentes, de forma lanceolada. Es capaz de trepar enroscándose y adhiriéndose a otras plantas o paredones mediante unos ganchitos que posee en las hojas y tallos. En ausencia de un soporte se desarrolla de forma extendida. También se le conoce más popularmente como Rubia silvestre, además de muchos otros como por ejemplo agarrarropa, hierba pegajosa haciendo referencia a la facilidad de adherirse a la ropa cuando la rozamos a nuestro paso. Florece en mayo y junio y produce pequeñas flores blanco-amarillo-verdosas entre los meses de abril y julio. Sus frutos son en forma de baya esférica de color negruzco. Frecuente en toda clase de bosques y en márgenes de caminos, zonas pedregosas y herbazales.

Tradicionalmente se emplean en decocciones
tanto la parte aérea como su raíz por sus propiedades astringentes y diuréticas. Contiene un glucósido antracénico y ácido ruberítrico; éste se descompone en glucosa y alizarina. Está indicada para reducir las piedras y aliviar la inflamación de riñón, así como la diarrea y la gota. También es un excelente desinfectante, antiespasmódico y sedante.
Las propiedades terapéuticas más eficaces están en la raíz, no obstante también se utilizan las flores en infusión como antidiarreico; y popular afrodisíaco. Antiguamente era un remedio muy recurrido contra la ictericia y la gota. La orina, piede teñirse de rojo debido a la allizarina– pigmento muy potente de color rojizo – antiguamente se empleaba para la fabricación de tintas y como materia colorante para teñir, por ello era cultivada de forma intensiva.