Las plantas medicinales han sido y son valiosas compañeras para el hombre que desde siempre se ha interesado en conocerlas y aprender a aplicarlas. Existen multitud de formas de prepararlas y tomarlas; es importante tener en cuenta que sus efectos dependen en gran medida de su correcta administración.

Usadas desde hace siglos las principales formas de administración más tradicionales cosistían en:
Catplasmas- emplastos, compresas y fomentos:
Cataplasmas / emplastos – aprovechan los beneficios que ciertas plantas poseen aplicadas directamente sobre la piel – nutritivos, calmantes, desinfectantes, es el caso por ejemplo de la bardana, la caléndula, la verbena, la consuelda, aloe vera, árnica o hipérico. Se preparan lavando bien la planta y chafándola en crudo (escaldada si es dura) con un mortero hasta obtener una papilla que se aplica directamente sobre la zona afectada formando una capa de aproximadamente 1 cm de espesor. Otras veces, se calientan las hojas o flores en agua, después se colocan en un trozo de tela limpia y se cubre el área a tratar con una capa de esta tela para que las plantas no estén en contacto directo sobre la piel. Utilizando un trozo de tela es más fácil mantener las plantas medicinales fijas sobre la región afectada. Suelen realizarse varias aplicaciones cortas de 5 – 10 minutos al día, en lugar de una sola prolongada. Otras se pueden preparar con harinas de semillas (lino, mostaza, alholva) – se amasa la harina con agua hasta formar una pasta uniforme y fluida que se calienta hasta que adquiera consistencia pastosa y se aplicar directamente sobre la piel que se puede proteger también con un paño.
- Sinapismos – cataplasmas que contiene harina de mostaza, pueden producir irritación sobre la piel por lo que deben siempre envolverse en paños
Las cataplasmas al permanecer largo tiempo en contacto con la piel son excelentes cicatrizantes (acedera, bardana, llantén), resolutivas, ayudan a ablandar abscesos y forúnculos (aguacate, borraja, lino) analgésicas y sedantes para cólicos o dolores menstruales por ejemplo (lino, tomillo), pectorales y antiinflamatorias (harina de linaza) y revulsivas que atraen la sangre hacia la piel, descongestionando los órganos internos, se utilizan mucho en afecciones reumáticas ( centella, ruda, ortiga o ruda).

Compresas – Se prepara impregnando una gasa de algodón esterilizada en una infusión o decocción (depende de la planta) y se aplican en la zona a tratar (erupciones, irritaciones, acné, conjuntivitis, irritaciones); es el caso de plantas como el tomillo, hipérico, o saúco. Al igual que con las cataplasmas, es mejor renovar las compresas a menudo y aplicarlas varias veces al día y no mantenerlas tiempos prolongados. Las compresas se usan como cicatrizantes y antisépticas en heridas y úlceras (agrimonia, aliso, avellano, caléndula, cebolla, nogal, roble, hiedra), para la belleza de la piel ( rosal, fresal, hamamelis, tilo), para los ojos (manzanilla, aciano) o como analgésicas y calmantes (muérdago, lúpulo).
Fomentos: los fomentos se aplican como las compresas, pero con el líquido a la máxima temperatura que pueda resistir la piel. Se colocan dos paños más, además del que se empapa en la infusión o decocción medicinal: uno seco por debajo para proteger la piel y otro por encima para conservar el calor. Resultan especialmente eficaces al combinar los efectos terapéuticos del agua, el calor y la propia planta medicinal – se usan sobre todo para afecciones respiratorias y de garganta (abeto, pino, tusílago, eucalipto y tomillo), dolores ciáticos, reumáticos, y lumbalgias (harpagofito, romero, lavanda) y cólicos y espasmos abdominales (flor del naranjo, manzanilla, salvia, lavanda, tilo).
Ungüentos – son preparados de aplicación local en los que los principios activos se encuentran disueltos en una sustancia grasa, tradicionalmente se empleaba grasa animal, posteriormente aceite, vaselina, lanolina. Son sólidos a temperatura ambiente y se reblandecen al extenderlos sobre la piel. Son los precursores de las modernas pomadas y cremas desarrolladas después por la industria farmacéutica empleando excipientes grasos más modernos. Los famosos ungüentos de las brujas fabricados a partir de beleño y mandrágora, los ungüentos de acónito como calmantes de dolores musculares o el ungüento de brotes tiernos de álamo para las hemorroides.
Las Tisanas– (infusiones, decocciones y maceraciones):

Son soluciones acuosas extemporáneas que se deben consumir inmediatamente; tienen en común el utilizar el agua como agente extractivo. Principalmente, se utilizan por vía oral, pero también se pueden emplear por vía tópica, como por ejemplo en compresas, colirios, lociones, etc. Las tisanas constituyen una forma de administración muy ligada a la automedicación, por lo que sólo las drogas que contienen principios activos con un margen terapéutico amplio, son adecuadas para ser usadas en forma de tisana. Según el procedimiento de extracción las conoceremos como:
Infusiones – tisanas de las partes delicadas de las plantas: hojas, flores, sumidades y tallos tiernos (té, manzanilla, tila, poleo) ya que con ella se extrae suficiente cantidad de sustancias activas de la droga, con muy poca alteración de su estructura química, ya que se minimiza el efecto destructivo del calor sobre éstas. Las infusiones se utilizan tanto por vía interna como por vía externa. Para prepararlas se vierten las plantas sueltas dentro de un recipiente, o bien juntas en el interior de un colador en el agua caliente hasta el punto de ebullición, tapando y dejando en maceración durante unos 3-5 minutos. Después se cuela y la solución resultante se consume enseguida, preferiblemente caliente. En general, las infusiones pueden conservarse durante unas 12 horas. Se preparan por la mañana, y se van tomando a lo largo del día. Se pueden volver a calentar, pero sin que lleguen a hervir y es aconsejable guardarlas en el frigorífico. No se deben tomar infusiones preparadas con más de 24 horas de antelación.
Decocción – se utiliza para preparar tisanas a base de partes duras de las plantas – raíces, cortezas, semillas como el boldo, anís estrellado, semillas de cardo mariano, ginseng y que precisan de una ebullición mantenida (3- 15 mins a fuego lento) para liberar sus principios activos. Presentan el inconveniente de que algunos de los principios activos pueden degradarse por la acción prolongada del calor. Al igual que las infusiones, las decocciones se pueden utilizar tanto por vía interna como externa. Al haber sido hervidas, las decocciones se conservan durante más tiempo que las infusiones, especialmente si se guardan en la nevera; pueden utilizarse durante varios días aunque no conviene pasar más de una semana.
Maceración – consiste en la extracción de los principios activos de una planta o parte de ella a temperatura ambiente, utilizando el agua como disolvente, aunque también pueden prepararse en aceite o alcohol. Las plantas se ponen lo más trituradas posible a remojo en un recipiente opaco y se deja reposar en un lugar fresco, al abrigo del sol. Si la maceración es de partes blandas (hojas, flores , etc) bastará con 12 horas, si se trata de partes duras como raíces, cortezas o semillas se suelen dejar el doble, unas 24 horas. No deben dejarse tiempos prolongados pues pueden fermentar y enmohecerse. Trascurrido ese tiempo, se filtran y podemos conservarlos hasta un mes aproximadamente. La maceración resulta útil para aquellas drogas cuyos principios activos sean termolábiles y se destruyen con calor y para plantas ricas en taninos, ya que extraen los principios activos evitando los taninos que suelen comunicar un gusto muy amargo o áspero a las infusiones.

- Maceración en aceite – se llena un frasco con la parte de planta a macerar y se cubre de aceite de oliva y lo dejamos reposar durante varios días o incluso semanas. Los aceites así obtenidos, se usan sobre todo para aplicación local sobre la piel como emolientes (hipérico, lavanda, caléndula, árnica y laurel entre otros). Se macera en aceite de 20 a 40 días reservado de la luz y se aplica directamente sobre la piel.

Cuando queramos endulzar las tisanas, lo ideal es utilizar miel que potencia sus efectos por su efecto antinflamatorio, antimicrobiano y reforzador de las defensas, si no se dispone de miel también pueden usarse sirope de arce, azúcar moreno o melaza (miel de caña). Unas gotas de zumo de limón o un trozo de su corteza también puede ayudar a enmascarar sabores desagradables. No conviene endulzar las tisanas con las que buscamos un afecto aperitivo que deben tomarse antes de las comidas, tampoco cuando busquemos un efecto vermífugo (expulsión de parásitos intestinales) porque estos productos favorecen el desarrollo de los gusanos y por supuesto, tampoco en pacientes diabéticos.
Podemos mezclar varias plantas en una misma tisana siempre que se combinen adecuadamente para lograr efectos sinérgicos complementarios; sin embargo, siempre es preferible utilizar una sola planta bien aplicada que una mezcla de varias que no estén bien combinadas.
Además de tomadas vía oral y aplicadas localmente en cataplasmas y compresas o como lociones, las infusiones y decocciones pueden emplearse en forma de baños relajantes y baños de asiento muy utiles para afecciones genitourinarias y anorectales, baños de pies (pediluvios) para dolores de cabeza y circulación (infusión ortiga blanca, vid) y baños de manos (maniluvios) para sabañones por ejemplo. Para prepararlos se suele añadir dos o tres puñados grandes de plantas (40- 80 gr) por litro de agua templada. Otras formas tradicionales de utilización de todos estos preparados son los vahos sobre todo para afecciones respiratorias (catarros, faringitis, bronquitis) y los enjuages o gargarismos para desinflamar, calmar y desinfectar las mucosas orofaringeas.
Tinturas – las tinturas son soluciones alcohólicas que logran una concentración muy alta de ciertos principios activos; se preparan dejando macerar la planta desecada y triturada en alcohol, a temperatura ambiente, durante 2 o 3 días o hasta 15 días como en el caso de la árnica. Si en lugar de la planta desecada se utiliza la planta fresca, se llaman alcoholaturos. Las tinturas se toman muy diluidas (de 15 a 25 gotas en un poco de agua) tres veces al día, antes de cada comida. Están contraindicadas en afecciones hepáticas, embarazo y en personas en proceso de deshabituación etílica por su contenido alcohólico, en ningún caso se deben administrar a niños. Además de utilizarse por vía interna, también se pueden utilizar para hacer fricciones por vía tópica, mucho más recomendable, como por ejemplo las tinturas de acónito, árnica, romero o cáñamo.
Además de las tisanas existen otras formas de preparación sencillas:
Jarabes, melitos y pociones – su sabor dulce enmascara el mal sabor de muchas plantas, por lo que facilitan mucho su administración, muy útiles sobre todo en el caso de los niños. Para la preparación de jarabes se utiliza jarabe simple, con un contenido del 64% de sacarosa, al cual se adicionan tinturas, extractos fluidos o extractos blandos. Cuando en lugar de sacarosa se emplea miel, se obtienen los melitos. Las pociones son similares a los jarabes pero tienen un menor contenido en sacarosa. En principio no precisan agentes conservantes, aunque es aconsejable su utilización. Los jarabes son muy utilizados en afecciones respiratorias (amapola, cebolla, ipecacuana, saúco y violeta) y como tonificantes y vitamínicos los obtenidos de frutas como por ejemplo zarza, grosellero, agracejo, frambueso)
Zumos o jugos – son preparados obtenidos por expresión de plantas frescas o de partes de ellas. Se preparan con la planta fresca recién recolectada, triturándola o prensándola y, después, filtrando el líquido resultante. Actualmente, también se pueden obtener de una manera cómoda, utilizando una licuadora eléctrica. Los zumos tienen la ventaja de contener todos los principios activos sin degradar, especialmente las vitaminas, pero se han de ingerir inmediatamente después de su elaboración. Por ejemplo el jugo de aloe es muy apreciado como aperitivo y digestivo.
Vinos medicinales – se obtienen por la maceración de la droga, seca o fresca, en vino durante un período de tiempo bastante largo. Después se filtra y se embotella. Se administran en pequeñas cantidades (un vasito) media hora antes de las comidas. Aunque su administración es cómoda y agradable, por su contenido alcohólico no pueden administrarse en ciertos casos.
Con el desarrollo de la industria farmacéutica y los avances en formulación y galénica se han ido consiguiendo formas de administración más elaboradas. Aquí os detallo las principales que podemos encontrar hoy en día.
Preparaciones galénicas – Preparaciones oficinales
Formas de administración sólidas para uso interno
Polvos
El polvo medicinal de una planta se obtienen dejándola en desecación y triturándola, se puede obtener polvo medicinal a partir de las hojas (digital, sen), de las sumidades floridas (ajenjo, lúpulo), de la corteza (cáscara sagrada, sauce), de los frutos (cilantro) y sobre todo, es muy útil en el caso de las raíces (gingsen, harpagofito, violeta) La administración de plantas medicinales en forma de polvo permite aprovechar al máximo los principios activos de la planta, especialmente cuando se trata de partes duras (raíces, cortezas, semillas) o cuando se trata de principios activos difíciles de extraer en frío e inestables al calor y además permite una dosificación mucho más exacta, especialmente importante en plantas potencialmente tóxicas o con rangos terapéuticos muy estrechos como es el caso de la digital o la rauwolfia. La forma más adecuada para la administración de polvo de droga es en forma de cápsulas o comprimidos.
Extractos secos – se obtienen por maceración o percolación de la droga en un disolvente (agua, alcohol, glicerol, etc.) y posterior concentración de la solución por evaporación total del disolvente hasta conseguir un producto con textura de polvo. Son productos muy concentrados respecto a la droga de partida (1 gr de extracto seco equivale a 5 gr de planta), lo cual hace que sean muy adecuados para la elaboración de cápsulas. Su mayor inconveniente es su carácter higroscópico, que dificulta la manipulación y sobre todo la conservación (contienen como máximo un 5% de agua).
Cápsulas – en fitoterapia, cada día se utilizan más las cápsulas de polvo de droga o de extracto seco, para la administración oral por su comodidad de empleo y su buena biodisponibilidad; además consiguen evitar problemas organolépticos enmascarando sabores y olores desagradavles.Su preparación es sencilla, simplemente se llenan las cápsulas con la cantidad de polvo o extracto de droga que corresponda. Es recomendable administrar las cápsulas acompañadas de suficiente cantidad de líquido y, generalmente se suelen tomar entre las comidas o media hora antes.
Comprimidos – son formas farmacéuticas sólidas, generalmente de administración oral, que se obtienen por compresión. Se elaboran a nivel industrial y, aunque existen diferentes técnicas de fabricación, para su preparación es necesario emplear aglutinantes, diluyentes, disgregantes, colorantes, aromatizantes y lubrificantes.Se emplean poco en fitoterapia, ya que la cantidad efectiva de droga que se puede incorporar al comprimido es muy pequeña por limitaciones de volumen. Por ello, para alcanzar dosis terapéuticas se hace necesario ingerir entre 2 y 6 comprimidos por toma, generalmente.
Otras formas de administración líquidas para uso externo
Aceites esenciales – también se denominan esencias. Son productos volátiles, lipófilos, de olor intenso, que se extraen de las plantas aromáticas mediante diversos procedimientos (destilación). Se deben conservar en recipientes de vidrio, herméticamente cerrados, en lugar fresco y protegidos de la luz. Se suelen utilizar en baños de aromaterapia, en compresas y masajes, mediante inhalación (vahos) o a través de ambientadores (difusión). Dependiendo de la especie, se calcula que un aceite esencial puede contener entre 50 a 300 compuestos químicos, los cuales pertenecen a los grupos de hidrocarburos terpénicos, alcoholes, aldehídos, cetonas, éteres, ésteres, compuestos fenólicos, fenilpropanoides, entre otros. Suelen utilizarse como complemento de los tratamientos tradicionales gracias a sus notables propiedades antiinflamatorias, antiinfecciosas (antibacterianas y antivirales) y fungicidas. Es importante que estén «quimiotipados» (aromaterapia científica) que venga especificado la sustancia o molécula predominante, de modo que con ello se garantiza la utilidad terqpéutica.
Colutorios – son formas farmacéuticas líquidas que actúan sobre la mucosa bucal, encías o lengua, sin que alcance la garganta. Se preparan por mezcla o dilución de sus componentes en un vehículo acuoso. Se administran mediante enjuagues de la cavidad bucal, que después se eliminan.
Nebulizados – soluciones nasales – gotas nasales – se administran por instilación sobre cada fosa nasal y se envasan en frascos cuentagotas y nebulizadores – se aplican presionando un recipiente plástico de paredes flexibles en cada fosa nasal. Ambos se utilizan como descongestionantes y antisépticos.
Colirio – soluciones oftálmicas que se utilizan como descongestivas en casos de irritación o conjuntivitis. Como son formas estériles se deben manipular con precaución, tanto durante su elaboración como durante su uso.
Ampollas bebibles – son formas farmacéuticas líquidas de administración oral, unidosis, envasadas en ampollas de vidrio. Se suelen utilizar para productos muy inestables o para aquellos que necesitan una dosificación muy precisa. Presentan una alta estabilidad.
Linimentos – son suluciones o emulsiones de extractos de plantas medicinales con aceite y/o alcohol, de consistencia blanda, que se aplica sobre la piel acompañado de un suave masaje. Se usan, principalmente, para afecciones reumáticas y musculares.
Lociones – son formas líquidas obtenidas por la disolución o suspensión de preparados galénicos en excipientes acuosos o hidroalcóholicos. Se aplican sobre la piel sin fricción posterior. Normalmente, se suelen administrar humedeciendo con ellas un algodón y aplicando éste sobre la zona a tratar. Existen lociones antipruriginosas, astringentes, analgésicas, contra la caída del cabello, etc.
Formas de administración semisólidas para uso externo
Pomadas : son formas farmacéuticas semisólidas – emulsiones de fase externa oleosa o soluciones lipófilas, que se emplean directamente sobre la piel o mucosas.
Ungüentos : los principios activos se hallan disueltos en una base oleosa (vaselina, aceites vegetales) son sólidos a temperatura ambiente y al extenderlos sobre la piel con una suave ficción se reblandecen. Debido a su lipofilia tienen mayor permanencia en la piel por lo que son muy recomendables en el proceso de cicatrización de heridas.
Geles : son formas farmacéuticas semisólidas hidrófilas, acuosas o hidroalcohólicas, constituidas generalmente por ésteres de celulosa y resinas carbovinílicas que gelifican con el agua, el alcohol y los polialcoholes. Poseen un aspecto agradable, alta extensibilidad, lo cual facilita su aplicación. No engrasan por lo que son apropiados como base para agentes antiseborreicos, hidratantes y revitalizantes.