Recolección de plantas medicinales.

Lo más importante a la hora de recolectar plantas medicinales es saber identificar perfectamente la especies y conocer muy bien qué parte o partes de las plantas contienen los principios activos de interés; a veces será la planta entera «planta madre», otras veces los principios activos se concentrarán en determinados órganos de los que conseguiremos aislar la droga vegetal. A la hora de recolectar es de suma importancia evitar la recolección no solo de especies vegetales tóxicas, sino también por supuesto de plantas amenazadas o protegidas.

Al recolectar las plantas medicinales silvestres tenemos que hacerlo siempre desde el conocimiento y con un profundo respeto al entorno. Intentaremos recoger las plantas en entornos naturales, zonas apartadas de carreteras, de la ciudad, áreas industriales y explotaciones ganaderas, nunca en áreas protegidas. Recolectar con respeto, sin abusar, sólo lo que realmente necesitamos, no esquilmar, no arrasar en una zona con todos los ejemplares.

Tradicionsilvestre

Es importante que la recolección de plantas medicinales y su conservación sea correcta para garantizar al máximo su concentración de principios activos, y por tanto, una óptima calidad del futuro preparado fitoterapéutico.

Tanto la edad de la planta como su etapa de desarrollo inciden en la concentración de los compuestos activos en la misma – recolectar hojas muy jóvenes o después de la floración puede conllevar una cosecha muy pobre en principios activos. Es importante, también, que la planta no sea demasiado joven ni esté muy envejecida, su nivel de producción de principios activos puede no ser muy alto.

El momento de recolección y la forma de realizarlo dependerá de la parte de la planta donde se concentran los principios activos. En función de la parte de la planta que concentre los principios activos podemos seguir las siguientes indicaciones para su recolección:

Las hojas – antes de la floración de la planta.

Las flores – antes de que estas se abran completamente.

Los tallos tiernos en primavera antes de la floración; aquellos leñosos, en otoño o invierno.

Las raíces y tubérculos – la gran mayoría se recolecta en otoño cuando la planta haya completado su ciclo (raíz de valeriana, bardana); en algunos casos concretos, en cambio, será más oportuno en primavera antes de la floración (hinojo, nabo, ajo)

Los frutos – cuando alcanzan su madurez y no presenta signos de enfermedades o plagas.

Es aconsejable que se haga la recolección de plantas medicinales por la mañana para evitar que la planta tenga demasiada insolación que provocaría un exceso de evaporación, tampoco conviene recolectar en días demasiado húmedos ni lluviosos, para facilitar el secado y la conservación. Se consideran adecuados los días secos, después de que se halla evaporado el rocío, pero siempre antes del mediodía. En cuanto al mejor momento del día, se intenta cosechar flores, tallos y hojas por la mañana, cuando ya no hay rocío y las raíces al atardecer y cuando el suelo esté seco.

Las plantas que son anuales habrá que recogerlas en el momento de máximo desarrollo, mientras que las que conozcamos que son bianuales o perennes se cosechan a partir del segundo o tercer año de vida (el gordolobo (Verbascum Thapsus L. ), por ejemplo, es una especie bianual cuyas flores poseen propiedades medicinales, florece solo en el segundo año).

Por otro lado, hay una larga tradición que asocia el momento óptimo de recolección con las fases lunares. Tradicionalmente se cree que seguir estas indicaciones puede ser útil para mejorar la calidad de la cosecha silvestre:

Luna nueva: raíces.

Luna creciente: hojas.

Luna llena: frutos, flores y hojas.

Luna menguante: tallos y hojas

Antes de proceder al secado se han de retirar las malas hierbas y las hojas estropeadas. En el caso de las raíces, una vez extraídas, se deben  limpiar cuidadosamente  con agua hasta asegurarse de haber eliminado totalmente toda la tierra. En cuanto al secado, no es aconsejable que sea a pleno sol, ya que resulta excesivamente rápido e intenso. Muchas plantas que no contienen demasiada agua pueden beneficiarse de un secado muy sencillo colocándolas sobre papel secante de cocina y al aire libre. Otro método muy eficaz es el secado de manojos o ramilletes colgados cabeza abajo en una habitación fresca y seca y con poca luminosidad.  Estas formas de secado son apropiadas para plantas con poco contenido en agua como la lavanda, la salvia, el romero, el hipérico, la artemisa y la agripalma.

Las plantas más húmedas, como las ortigas o el diente de león, no son apropiadas para estos métodos ya que las hojas y las ramas apretadas acaban pudriéndose rápidamente – en estos casos, muchas veces se emplean  estantería de secado que consiste en marcos con malla apilables sobre los que se depositan las plantas con buena circulación de aire por arriba y por abajo, además se pueden ir variando de posición. Las flores suelen tardar entre 3 y 8 días en secarse, mientras que las hojas necesitan entre 4 y 6, estos tiempos variarán en función de la estación del año (en verano tienden a reducirse).

Finalmente, hay que recoger las plantas en cuanto estén secas para evitar que acaben almacenando polvo y conservarlas adecuadamente en tarros de cristal o en paquetes de tela, pero nunca de plástico pues corren el riesgo de enmohecerse y pudrirse.

En muchas ocasiones las capacidades terapéuticas de las plantas se aprovechan mejor en fresco – en esos casos, es preferible recolectarlas en pequeñas cantidades ya que se marchitan rápidamente y emplearlas al poco de haberlas recogido. Para mantenerlas en buen estado un poco más de tiempo, pueden guardarse en la nevera.

La preparación de las plantas para su uso medicinal dependerá de la vía de administración aconsejada, utilizándose la mayoría en forma de  infusiones y decocciones para tomar por vía oral y como cataplasmas y compresas para aplicación local o uso tópico.

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