El nogal común, Intxaurrondo-arrunta (Junglans regia) es un árbol de hoja caduca de gran porte que puede llegar a alcanzar hasta los 25 metros de altura. El tronco suele ser bastante ancho, de unos 2 metros de diámetro, se han encontrado ejemplares de 5 metros de diámetro. Se trata de un tronco resistente de un color grisáceo y a partir del cual crecen las abundantes y vigorosas ramas repletas de hojas enormes de hasta 35 cm de longitud. Las hojas son caducas, alternas, grandes y compuestas de 5 – 9 folíolos. El nogal pierde las hojas en invierno y en primavera le vuelven a salir a la vez que las flores, de color rojizo cuando salen y que se tornan verdes al madurar. El fruto es lo que todos conocemos como «nuez», sin embargo, botánicamente hablando el fruto es la drupa de capa carnosa fina, glandulosa y glabra, de color verde, que se ennegrece y agrieta en la madurez. En su interior se encuentra lo que conocemos como nuez, formada por una cubierta dura que se abre en dos partes, que alberga en su interior una semilla compuesta por 2 cotiledones arrugados que se separan por un tabique perpendicular.
Esta especie tan abundante en la actualidad es originaria de la antigua Persia.; se tiene constancia de que el hombre cultiva el nogal desde hace más de 7.000 años. Un árbol que a veces no ha gozado de buena fama como dice el refrán «a la sombra del nogal no te pongas a recostar» ya que tiene la particularidad de secretar por hojas y raíces una sustancia química llamada juglona capaz de inhibir el crecimiento de otras plantas en su entorno inmediato evitando su competencia – alelopatía vegetal. La madera de nogal se considera la más apreciada de las maderas europeas, en ebanistería se hacen objetos como pianos o culatas de escopeta. En ocasiones se cultiva solo por la madera sin interesar las nueces .

Con fines medicinales se cosechan las hojas y la capa externa del fruto o pericarpo, además de las semillas o nueces. La recolección de las hojas se realiza en verano, una vez formados los frutos; se procede a desecarlas rápidamente para evitar que se ennegrezcan. En este proceso se pierde la vitamina C que poseen las hojas, pues esta vitamina es muy inestable y el proceso de secado la destruye. La corteza del pericarpio del fruto se recolecta en agosto.
Las hojas del nogal contienen taninos elágicos (10%), naftoquinonas (juglona, hidrojuglona), derivados flavónicos (hiperósido, juglanina, quercitina), ácidos fenólicos (cafeico, gálico) y ácido ascórbico (1%).La hoja de nogal se emplea sobre todo en afecciones dermatológicas ya que los taninos, los ácidos fenólicos y las quinonas favorecen la reparación cutánea por mecanismos cicatrizantes y hemostáticos, también son antiinflamatorias y antisépticas
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) y la Comisión E aprueban el uso de la hoja en forma tópica, para inflamaciones cutáneas leves, dermatitis inespecíficas y para la sudoración excesiva de pies y manos. La decocción de nogal popularmente se ha utilizado en forma de lavados y compresas para todo tipo de afecciones dérmicas como quemaduras, úlceras dérmicas o prurito.
Otros usos tradicionales reconocidos son en el tratamiento de la diarrea aguda, sea de origen bacteriano o no y, sobre todo, para curar infecciones parasitarias intestinales, existe una antigua creencia según la cual el aceite de nuez es útil para eliminar la solitaria o tenia (Taenia solium). También la hoja de nogal se ha utilizado tradicionalmente para el tratamiento de la diabetes mellitus – las hojas tienen poder ligeramente hipoglucemiante, aunque todavía no se sabe muy bien a cuál de los múltiples compuestos que posee se debe esta acción; los primeros estudios clínicos desarrollados demuestran su eficacia en el control glucémico y el perfil lipídico en diabéticos, sin producir efectos secundarios
Por su parte, la nuez ha sido conocida y consumida desde tiempos prehistóricos, no se ha definido su origen con exactitud, pero hay documentos que señalan a Persia (Irán) y el Cáucaso como su tierra natal. Por otra parte, los griegos la llamaban kara (cabeza) por su parecido con el cerebro humano; mientras que los romanos la consideraban el alimento de los dioses, gracias a sus nutrientes. Las nueces aportan ácidos grasos insaturados, como el ácido linoleico (omega-6) y el alfa-linolénico (omega-3), vitaminas A, B y E y sales minerales. De las nueces se consigue de manera comercial el aceite de nuez con múltiples usos. El probado efecto reductor del colesterol se debe a su riqueza en ácido alfalinoleico y linoleico (poliinsaturados), La ingesta frecuente de nueces se recomienda en la prevención de enfermedades cardiosvasculares.