El sentido del olfato es el más primitivo, involuntario e irracional de todos nuestros sentidos, es el primero en aparecer en la escala evolutiva, siendo vital para el apareamiento y la supervivencia en el mundo animal. Aunque la iimportancia evolutiva del olfato se ha perdido en el ser humano, existen muchas interconexiones de este sentido con los centros de la memoria y las emociones. Así, aprendemos a asociar los olores con situaciones agradables y desagradables, de rechazo, de miedo, de atracción o de recuerdo.
Nuestra memoria olfativa nos acompaña desde el día que nacemos y permite que, al percibir un aroma, seamos capaces de recordar personas, momentos e incluso lugares. El más primitivo de nuestros sentidos dispone de la capacidad de evocar imágenes y sensaciones al formar parte del sistema límbico, también llamado cerebro emocional. La información olfativa se procesa en la corteza olfatoria primaria que tiene una conexión directa con la amígdala y el hipocampo. – la amígdala está relacionada con la memoria emocional y el hipocampo se encarga de la memoria y el aprendizaje, por lo que ambos tienen un potencial enorme para evocar recuerdos.
Tenemos una gran cantidad de genes, casi 400 genes, entre el 3% y el 5% de todo el genoma humano, que se dedican al olfato. Se cree que los humanos tienen la capacidad de diferenciar hasta 10 mil olores diferentes, pero la mayoría de nosotros solamente percibimos una fracción de ellos a lo largo de la vida.

Vivir a través de los aromas se me hace inevitable, conocer olores nuevos, interiorizarlos, aprender a reconocerlos. Era imposible amar tantísimo las flores, las plantas, la naturaleza, su belleza y no sentirme inspirada por los aromas que les acompañan. El olor a tierra mojada y leña del invierno, el aroma herbáceo y fresco de un despertar en primavera, las delicadas fragancias florales de las tardes de verano. Es un camino de aprendizaje que nunca se deja de recorrer, siempre descubres un aroma nuevo, nuevas flores, nuevas especias, nuevas esencias, nuevos alimentos…. Podría describir perfectamente el aroma de mis momentos vitales más importantes, de las personas que ya no tengo conmigo, de lugares que me han marcado, cada ellos con su aroma único y vivo en el recuerdo.