«El estramonio fue una planta desconocida hasta casi finales del siglo XVI, cuando sería traído como otras tantas especies, del Nuevo Mundo. Pronto nuestros antepasados se dieron cuenta de sus potentes efectos sobre el sistema nervioso y se distribuyó rápidamente por toda Europa.

Son muchos los secretos de esta potente planta usada desde hace siglos por su poder alucinógeno, sus efectos anticolinérgicos y su toxicidad. Una planta de brujas, llena de historia y leyendas, peligrosa y poderosa. El estramonio, junto con la mandrágora, el beleño y la belladona, forman ese oscuro grupo de plantas relacionadas con las brujas, todas ellas ricas en alcaloides atropínicos (escopolamina, atropina y hiosciamina) capaces, en muy pequeñas cantidades, de producir reacciones anticolinérgicas muy potentes con intensas alucinaciones durante horas y a dosis mayores, el coma y la muerte.

El estramonio ha sido una planta muy empleada en magia negra, lo que le ha hecho ganarse apodos como “la hierba del Diablo”, “la higuera del infierno”, “higuera loca”, “berenjena del diablo” o “hierba de los brujos”. Los libros y las malas lenguas cuentan que las brujas elaboraban con estramonio, además de con otras plantas, un ungüento que se aplicaban por todo el cuerpo antes de acudir a los aquelarres e incluso en los genitales impregnando el palo de una escoba que se introducían en la vagina para así poder volar. Seguramente no conseguirían volar, pero sí intensas alucinaciones y delirios, según dicen, la mayoría de naturaleza sexual, violenta y autodestructiva. Los síntomas de intoxicación se describían tradicionalmente así: “caliente como una liebre, ciego como un murciélago, seco como un hueso, rojo como una remolacha y loco como un sombrerero”. Las semillas del estramonio se utilizaban con fines adivinatorios para provocar fuertes visiones. También fue una planta considerada afrodisiaca e incorporada en multitud de filtros y pociones amorosas.

Dejando de lado historias de brujas y leyendas, lo que tenemos muy claro es que el estramonio es una planta muy tóxica. La toxicidad de esta planta es muy alta, siendo la planta que, a nivel mundial, ostenta el récord de intoxicaciones por plantas venenosas. Produce alucinaciones no son sólo visuales, sino también auditivas e incluso táctiles, que a veces parecen tan reales que a menudo se pierde el contacto con la realidad. A nivel físico puede provocar sequedad de boca, sed, dificultad para deglutir y hablar, pupilas dilatadas, visión borrosa, taquicardia acompañada, a veces, de hipertensión, enrojecimiento de la piel por vasodilatación cutánea y disminución de la sudoración, e hipertermia hasta en dosis suficientes el coma y la muerte. En su composición destaca un alcaloide tropánico muy potente, la hiosciamina. Toda la planta contiene alcaloides capaces de inhibir el sistema nervioso vegetativo. Además de la mencionada hiosciamina, también encontramos en su composición otros alcaloides con la escopolamina y la atropina, pero en proporción más baja, además de ácido cítrico y málico, aceite esencial y taninos.

A pesar de su potencia y su riesgo de toxicidad, el estramonio se ha empleado medicinalmente como antiespasmódico, antiasmático en crisis de asma (disminuye las secreciones glandulares y dilata los bronquios), en neuralgias y epilepsias, como antiparkinsoniano, y como midriático para producir la dilatación de la pupila. Durante mucho tiempo, los boticarios recomendaron estramonio para aliviar el asma, las hojas se secaban, se preparaban a modo de cigarrillo y se daban al paciente para que lo fumase, también para calmar afecciones dolorosas y espasmódicas, y como sedante e hipnótico en casos de epilepsia y afecciones convulsivas.

A día de hoy los fármacos derivados de la escopolamina a dosis controladas se utilizan en medicina para tratar mareos por movimiento y nauseas postoperatorias, como antiespasmódicos en colitis y vómitos, y como antiparkinsonianos. También se utilizan como midriáticos en análisis de fondo de ojo.

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