«La rueda sigue girando sin cesar y sin darnos cuenta hemos llegado a los primeros días del mes de febrero. Con la festividad de Yule y el solsticio de invierno celebramos el retorno de la luz y, desde entonces, los días van poco a poco alargando. A pesar del frío y de la oscuridad, el ambiente ahora se siente distinto, si nos fijamos, veremos asomar los primeros brotes y escucharemos esos primeros sonidos que nos avisan de que la Tierra ya se ha recuperado y está lista para resurgir con fuerza.
En nuestro caminar por este año natural celebramos ahora la festividad de Imbolc, el primer festival de fuego de la mitad oscura de nuestra rueda del año y el primero de los sabbats de siembra y crecimiento. Imbolc se suele celebrar el 1 de febrero, aunque hay también quien prefiere festejarlo en el punto medio entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera.
El término Imbolc deriva del vocablo gaélico imbolg que se traduce como “dentro del vientre” o “en el ombligo” y que hace referencia al periodo gestacional de las ovejas que tienden a aparearse en otoño y comienzan a dar a luz por estas fechas. Otros encuentran su origen en la palabra Oimelc, un vocablo medieval aún más antiguo, que significa “leche de ovejas” y que haría referencia a la lactancia de las ovejas que al dar a luz en estos días comenzaban a producir la primera leche fresca del año, un preciado regalo tras largos meses de invierno y cuando las reservas de comida comenzaban a escasear.
La luna llena de febrero era conocida como la “luna del hambre” y es que, aunque hoy en día con todas las comodidades que tenemos no somos conscientes, para nuestros antepasados el invierno era una época peligrosa y aterradora que en muchas ocasiones conducía a la inevitable muerte, así que los primeros signos que anunciaban la llegada de la primavera eran un gran motivo de esperanza y de celebración. Se prendían grandes hogueras y se iluminaban con grandes faroles la entrada a los hogares. Era costumbre elaborar comidas con productos lácteos y se vertía en los campos la leche del primer ordeño de las ovejas para llamar al despertar de la Tierra. También se bendecían las semillas y las herramientas de campo, se colocaban velas en las ventanas y se realizaban numerosas ofrendas a divinidades sobre todo femeninas relacionadas con el amor y de la fertilidad como la gran diosa celta Brigid, una de las diosas más queridas y veneradas por muchos antiguos pueblos europeos, que por estas fechas volvía a la tierra y, con ella, el buen tiempo y todas sus bendiciones.
Brigid era la diosa de la llama eterna que brindaba protección frente al poder destructivo de este elemento, una diosa sanadora y que favorecía la inspiración, y especialmente protectora con las mujeres, los niños y los animales. Se le invocaba para que ayudara en los partos y los pastores le rezaban para que vigilara a sus animales.
El arraigado culto y cariño que existía hacia la diosa Brigid era tal, que, a diferencia de muchas otras antiguas deidades que fueron condenadas al olvido, esta diosa sería canonizada y convertida en “Santa Brígida” y su historia se rescribiría para la tradición cristiana. Santa Brígida es hoy en día la patrona de Irlanda y se celebra con devoción el 1 de febrero en muchos lugares.
Velas y cruz de Brigid

…. «Como ya hemos podido ver en otras ocasiones, cuando la Iglesia no conseguía erradicar arraigadas festividades paganas lo que hacía era adaptarlas y darles un nuevo significado cristiano. Si miramos nuestro calendario, nos daremos cuenta de que han pasado aproximadamente 40 días desde que celebráramos el nacimiento de Jesús a finales del mes de diciembre. Las antiguas celebraciones en torno a la luz y al despertar de la tierra, serían incorporadas al calendario eclesiástico con la festividad de La Candelaria, también conocida como la Fiesta de la purificación de la Virgen María que celebramos el día 2 de febrero. En estos días se recuerda la presentación de Jesús en el templo y la purificación de la Virgen María cuarenta días después del parto y, al igual que en las antiguas celebraciones paganas, en la festividad cristiana, la luz es la gran protagonista siendo habituales las procesiones con velas.» ….
Feliz Imbolc y bienvenido febrero y su luz.
Un abrazo amigos silvestres.
Fragmento del Libro «Tradición silvestre» Larousse editorial. Begoña Imaz